Ernesto-Gonzalez-testimonio-Gustavo-Navedo

Gustavo Navedo

Undernews

Yo no conocí a Ernesto en ninguna sala de ensayo, ni en el circuito indie de los 90. Le conocí en la oficina y como jefe directo, lo que no impidió (a menudo con los jefes pasa) que le tuviera un respeto y aprecio sincero desde ese momento y hasta que nos dejó hace unos días. Empecé en Maraworld en Callao trabajando mano a mano con él en el departamento de Comunicación del FIB (por entonces FIB Heineken). La verdad es que no teníamos absolutamente nada que ver uno con el otro pero desde el principio conté con una confianza total por su parte, en mi trabajo, en mi criterio y en muchas otras cosas, y se mantuvo a lo largo de los muchos años que curramos juntos.

Cuando Ernesto dejó el festival, todos los años al acabar el primer día Aldo y yo le hacíamos un resumen de cómo había ido todo, imagino que buscando su aprobación lejana, ya que seguía siendo nuestro referente. Muchísimas veces ante la duda ante ciertas cosas nos preguntábamos, ¿Qué habría hecho Ernesto? Eso demuestra la influencia que una persona como Ernesto tuvo en todas y cada una de las personas que formábamos parte del equipo, aunque solamente estuvieran un tiempo determinado compartiendo tiempo con él.

Es curioso pensar la huella que dejan las personas con las que te cruzas y lo que te aportan, y es muy triste pensarlo cuando esas personas los dejan, pero cada minuto con Ernesto aprendías algo y eso quedaba patente en cada vez que le veías.

Me quedaré a partir de ahora con los recuerdos: con cuando ponía a Del Shannon o el Wolf Like Me de TV On The Radio a toda hostia a las 9 de la mañana, cuando arreglábamos el mundo y comentábamos la última conspiración en la cocina, cuando me animó para hacer el triatlón o cuando se ofreció a llevarle mi bici, que se había roto el cuadro, para que la arreglase el padre de Ana, que era muy aficionado a las bicis, algunos momentos especiales en el foso del FIB… También los aberres en Madrid y en Benicássim por supuesto, en los que también hubo muchas risas. Solo me queda darte un último abrazo como hacíamos siempre al recoger el centro de medios al acabar cada edición.

Hasta siempre Ernesto